¿Sabíais que… ?

Hatun Sonqo en quechua significa"Gran Corazón"... Pero además...

Los agricultores del mundo quechua, mujeres, varones y niños, disponen de este gran corazón: ‘Hatun Sonqo’ es la persona con mucha capacidad de dar cariño, ‘Miski Warmi’ es una mujer de trato dulce, ‘Sumaq Runa’ es la cualidad de bondad y belleza a la vez.

Yo soy Hatun Sonqo ¿y tú ?


6/3/08

Nostalgias...

Pues sí, Pomacanchi, o mejor dicho Hatun Sonqo, han dejado en mí una huella que no se puede borrar.
Las cosas parecen tan distintas cuando uno está allí, incluso cuando se vuelve… aunque pronto nuestra realidad toma de nuevo las riendas. Pero algo queda…

Añoro esa vuelta a la sencillez, a la simplicidad, en todo, en las cosas, en las relaciones humanas, en nuestras propias necesidades.

Todavía me sorprendo bajo la ducha caliente, saboreando ese calorcillo, esa sensación de bienestar, impensable en Pomacanchi.

Cuando veo un tíovivo, no puedo impedirme pensar en Rosemary y Ermelinda, en las caritas que pondrían delante de esos fabulosos caballitos, que suben y bajan,… suben y bajan…

Cual no sería la sorpresa de Clemencia ante mi micro-ondas o mi lavavajillas…

Y la de algunos niños si me vieran conduciendo (" ¿ y tú manejas, tía ?"recuerdo que me preguntaron un día)…

Cualquier acto de mi vida cotidiana, me hace pensar en ellos, en los que se quedaron en ese lado del charco… en lo que me aportaron, en el enriquecimiento (y crecimiento) personal que supuso para mí compartir con ellos un trocito de vida… se lo agradezco tanto…

27/2/08

Fotos de Nuria

Rosemary y Araceli

Rosemary y Missiel

Jugando al cole

LLEGAR ES MÁS FACIL QUE IRSE

Cuando llegas estas tan dispuesta a dar y a vivir que, aunque sabes que estas recibiendo millones de cosas, no puedes llegar a ser totalmente consciente de ellas.
Pero cuando vuelves todo es distinto...

Yo siempre he sido muy consciente de las diferencias norte- sur y las condiciones de vida allí en principio no me afectaron tanto, iba preparada para ello.
Pero al volver...

Los primeros días tenía la sensación de que debería haber grabado el discurso, todo el mundo me preguntaba lo mismo y yo respondía igual.

Conforme iba pasando el tiempo, cada día le contaba algo nuevo a mi novio. Algunos días los recuerdos me venían a borbotones y otros días eran más puntuales, pero siempre saltaban a la más mínima.
Era... como cuando te enamoras! Que todo lo que haces, todo lo que dices, todo lo que ves... te recuerda a esa persona...

Encima tenía a mi novio al lado, a quien tanto había echado de menos estando allí! Y quería intentar transmitirle todas mis vivencias, todas mis emociones, para que él también pudiera vivir todo lo que yo había vivido.

Como en el poema de Salinas:

“[...] Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
estrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esa manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes. [...]”


Creo que ya no me queda ninguna vivencia que contarle, creo que el pobre debe saberse ya de memoria el mes que pasé allí! Pero lo que no puedo transmitirle es esta sensación de melancolía que me asalta de vez en cuando, esta necesidad de ver las fotos y de mantener el contacto, esta sensación de que un poquito de mi se quedó en Pomacanchi.


Yo nunca he sido amiga de los tatuajes, me parecen una decisión demasiado importante. Es algo que va a acompañarte toda la vida y que de alguna forma va a identificarte ¡¿cómo elegir el dibujo?! Pero ahora sí comprendo la importancia de llevar algo escrito en tu piel, algo que sea verdaderamente importante para ti.

En mi maleta llevaba ropa prestada de mi novio, de una amiga o tal cosa que me había comprado mi madre expresamente para ir. Cuando llevaba puesta esas prendas era como estar con ellos, tocaba el pantalón de chándal de Queka o el forro polar de Mingo y les hablaba. Cada vez que iba a ir a algún sitio importante (el Titicaca o el Machupichu) o a hacer que me apeteciese mucho, procuraba llevar esa prenda.

Pero todas las cosas no se eligen , y ahora aquí vivo la misma sensación. En mi último fin de semana en Cuzco la puerta de una combi me pilló la mano y me hizo una herida, desde entonces tengo una pequeña cicatriz en la muñeca.
Quien no lo sepa apenas la verá, pero yo sí... La veo y la toco, de vez en cuando la acaricio, como si acariciase a alguno de los niños... La toco y me transporto a Pomacanchi, a esa tranquilidad, a esa luz, a ese sol, a ese cielo llenísimo de estrellas, a ese olor a eucalipto por las tardes cuando hacían candelas en las casas y a esa felicidad tan serena que sentía estando allí.

Mi abuela (la pobre... yo la comprendo...) me dice. “Hija pero tú ya no vas a volver allí, no?” Yo me rió y no le digo nada, dejo que piense que no voy a volver. Pero como no volver?! Cómo seguir mi vida de espaldas a estos recuerdos y a estos sentimientos?! Pomacanchi, los niños, Cuzco, la familia Blanco, ... son parte de mi vida y yo soy desde entonces un poquito más Hatun Sonqo.

24/2/08

Sábado, 17 de noviembre de 2007



Madrugamos esta mañana, las monjitas nos pidieron, a Clemencia y a mí, que estuvieramos allí a las 7 de la mañana !!! Para mí, dormilona empedernida, es un sacrificio indescriptible…

Después de tenernos hora y media esperando, nos dicen, que al final, no les hacemos falta… que vengamos a la 10h30, para cuando llegue el obispo… ni deciros que casi me las como !!!





Celmira hizo su primera comunión y su confirmación el mismo día, en una ceremonia multitudinaria, con bautizos colectivos incluidos.


Llevaba su uniforme del colegio, la economía familiar no da para más ; unas flores cortadas del patio de la casa que la señora Nelly (la propietaria) tuvo el gusto de dejarnos cortar, y una sonrisa que no se compra con dinero…
¡qué lejos estamos de esas comuniones españolas, con niñ@s engalanad@s hundidos bajo toneladas de regalos !

Los únicos regalos materiales que tiene Celmira en ese día tan especial, son un despertador, un conjunto vaquero (pantalón y cazadora), una camiseta, un sueter y un par de zapatos…todo nuevo… para ella, es más de lo que nunca ha tenido…y esos vaqueros, y esos zapatos, todo un lujo !!


Después de la misa, las monjitas daban una chocolatada general, ya que muchas familias no tienen medios para celebrar el acontecimiento de un modo especial.

Una vez en la casa, estamos sólo los voluntarios, Celmira, Clemencia y una amiga de ésta última que la ha ayudado a preparar la comida.

Clemencia nos ha preparado unos cuyes deliciosos, acompañados de patatas, con los que nos deleitamos después de la chocolatada. Los voluntarios hemos encargado una tarta para la ocasión.

! Qué lástima que Pierre esté enfermo y no pueda saborear estos manjares !

18/2/08

Viernes, 16 de noviembre de 2007



Ultimos preparativos para la confimación de Celmira.
Clemencia, su mamá, y cocinera de la Casa, se ha ido más pronto esta tarde para preparar los cuyes (conejillos de indias) con los que nos deleitará mañana después de la ceremonia. Esos cuyes que hemos ido alimentado con las peladuras de nuestras verduras...

Aquí en los Andes, el cuy es un manjar que se cocina en ocasiones muy especiales, es un poco, como el foie gras en Francia o el pata negra de nuestra querida península…

Además, el domingo habrá una super fiesta…