¿Sabíais que… ?

Hatun Sonqo en quechua significa"Gran Corazón"... Pero además...

Los agricultores del mundo quechua, mujeres, varones y niños, disponen de este gran corazón: ‘Hatun Sonqo’ es la persona con mucha capacidad de dar cariño, ‘Miski Warmi’ es una mujer de trato dulce, ‘Sumaq Runa’ es la cualidad de bondad y belleza a la vez.

Yo soy Hatun Sonqo ¿y tú ?


29/1/08

EN EL LUGAR MÁS PROTEGIDO DE MI CORAZÓN

Septiembre siempre fue mi mes favorito y el número 7 promete. No podía pasar de largo el mes nueve del año siete del segundo milenio. A veces he sentido que el tiempo pasa inexorablemente sin apenas entusiasmo, así como a veces he sentido que el tiempo es sólo la palabra que define el abanico de las experiencias vividas. Pero sabía que el 1 de septiembre de 2007 iniciaba un período vacacional que no sería común... Busqué un vuelo a los mismísimos Andes Peruanos embriagada por la idea de salirle al paso a un lugar que se trazaba en mi destino... No fue una idea aleatoria, fue concebida en mi pensamiento y apoyada por mi corazón. Cuántas veces se habían cruzado en mi mente las sonrisas de los niños!! Cuántas veces me imaginé como madre, como hermana, como amiga de los seres que estaban a punto de salirme al paso!!
El mencionado día el avión se elevó descabellado en Barcelona vía Bogotá con escala hasta Lima y como un parpadeo de pestañas llegué al Cuzco. Las mariposas volaban de todos los colores en mi corazón ante el color terracota y la primeras bellísimas sonrisas recibidas en el aeropuerto, alumbrando la tez morena de de las gentiles personas que vinieron a recibirme. Confieso que tuve que tomar aire unas horas para acostumbrarme al soroche, aunque la sensación de la altura todavía me otorgaba más alas. Quizá también se unía el vértigo, los nervios, la impaciencia... pero tras una noche de relajado sueño tomé el bus que me embaucó hasta Pomacanchi. Las llamas pastaban bajo la ténue luz del atardecer y la laguna se exhibía en su azul más vespertino. Al descender del bus me emocioné ante el recibimiento de Edwin, afanado en acompañarnos en la bici-carro para librarnos del peso del equipaje. Su sonrisa de hombre mayor en un cuerpo de niño me conmovió. Desde la plaza hasta la casa hogar, creo que caminé pisando algodones y no sabría encontra las palabras para expresar lo que sentí al cruzar el umbral de la puerta.Si alguna vez me he sentido acogida, acompañada y esperada, diría que ese día fue el día que llegué a Hatun Sonqo.
Tengo en el lugar más protegido de mi corazón las caritas de estos niños, me acompañan en las acciones, en los gestos, en las vivencias de mi día a día. Me han dado lo que necesitaba, esperanza, honestidad, dulzura... y muchos, muchos bailes...
Gracias mis niños.

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